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miércoles, 15 de febrero de 2012

La Caja del Secreto


-¿Que es lo que guardas ahí, Vera?
-Es mi más preciado secreto.-contestó la pequeña, aferrándose a su diminuta caja azul de cerámica.
-¡Pero debe ser muy pequeño!- susurró Ally- ¡para que quepa en una caja tan pequeña!
Ally extendió sus manitos para tomar la caja, pero Vera la apartó de un empujón. Ally rompió a llorar, lo que llamó la atención de sus padres, que estaban tomando el té. Vera, al ver que había dañado a su única amiga, comenzó a suplicarle perdón, pero Ally se levantó y fue corriendo con su madre.
-¡Vera me empujó contra el suelo!. -sollozó la niña apretando su rostro bañado en lágrimas contra la falda de su madre.
-Oh, tranquila... seguro que no lo ha echo adrede cariño- su madre le limpió las lágrimas con una servilleta que había en la mesa- si hasta te ha pedido perdón, vayan a jugar y dejen de pelear.
-Sí, mamá.
La madre de Vera le soltó una reprimienda a su hija. Le había echo quedar mal frente a los padres de Ally, que eran amigos de la familia. "Tremenda falta de respeto tiene ésta niña con los invitados", pensó, "una niña de cinco años ya tendría que saber cómo comportarse". Más tarde hablaría con ella de modales, pero ahora tenía que distraer a sus invitados de la falta de educación de su hija. Para distraerlos les ofreció masitas dulces y les habló de las flores nuevas que plantaría en su jardín, sonrió satisfecha al ver que sus amigos dejaban de mirar a las niñas preocupados para desviar la mirada hacia la mesa.
En el jardín, las niñas se divertían en el arenero de Vera, tratando de armar un castillo de arena, lo cual era imposible, ya que la arena era demasiado fina y seca como para formar algo. Pero ellas se divertían igual, viendo todos sus intentos fallidos de castillos. No fue si no hasta que Ally volvió a reparar en la caja azul de su amiga que no se volvieron a pelear.
-¿Cómo metiste un secreto dentro de una caja?- preguntó.
-Eso también es un secreto, pero no es tan secreto como el que llevo aquí dentro, ni tan especial, si no lo habría guardado también.
Ally no pudo contener su curiosidad más y le soltó la pregunta que rondaba su mente por m´+as boba que fuera:
-¿Y que secreto es el que ocultas?
-No puedo contarte el secreto, boba, si no ya no sería secreto.
-¿Y porqué no me lo muestras, aunque sea un poquito? Puedes abrir la caja y volverla a cerrar, te prometo que no se lo contaría a nadie.- Ally abrió los ojos lo más que pudo, y trató de poner su "carita de pobrecita", como la llamaba su madre, que era la que usaba para que le hiciera galletas caseras, la llevara a pasear al parque o cualquier otra cosa que deseara y su madre no quisiera darle. Casi siempre lograba ablandarla y funcionaba, por eso tenía esperanzas de que Vera también se ablandara.
Pero Vera no lo hizo, si no que negó con la cabeza, puso su pequeña carita seria y repuso:- Si abro la caja, aunque sea un poquito, el secreto escaparía volando, y entonces no sabría quién soy.
Su amiga se rió lo más que pudo de su secreto.
-¡Eso es lo más ridículo que he escuchado!- dijo entre risas- ¿Cómo podrías olvidarte de quién eres?
-Porque mi secreto se trata de eso, yo soy el secreto.
Al decir eso, Vera se tapó la boca con las manos, sorprendida de sí misma: había revelado su más preciado secreto. Eso había sido peor que abrir la caja, ahora Ally también conocía parte de su secreto, todo estaba arruinado...
¿O no?
Había una forma de que su secreto jamás fuera revelado: hacer callar a Ally para siempre. Era sencillo, pues Vera había visto muchas películas en la televisión, de ésas que sus padres le tenían prohibido ver, en las que había un señor malo que guardaba un oscuro secreto, algo así como el de ella, y justo alguien también lo sabía. Entonces ése señor buscaba algo para dañar (un cuchillo, una pistola, etc.) o simplemente empujaba a ése alguien de un edificio. El único defecto era que siempre llegaba el señor bueno y apresaba al malo. Pero nada era peor para Vera que se supiera su secreto... ni siquiera que la apresaran como al malo de las películas.
-¿Estás bien? - preguntó Ally con voz afligida, no le gustaba la cara de su amiga en ése momento.
-Sí, lo estoy,- Vera fingió una sonisa- ¿que tal si vamos al tobogán?
-Mejor a los columpios, me dan miedo las alturas.
Vera observó el tobogán, era perfecto. Para tirarse por el tobogán había que subir a una casita de madera, que estaba sostenida en lo alto con grandes palos de madera, de un lado estaba el tobogán para bajar, y del otro una escalera para subir, además tenía también otros dos lados donde no había nada. Mamá decía que tuviera cuidado porque podría caer de allí y golpearse contra el suelo, y siempre le insistía su padre que pusiera alguna barrera allí, para evitar caídas, pero él lo rechazaba diciendo que Vera era demasiado lista como para tirarse por ahí.
-No te preocupes, estarás conmigo- le tomó la mano a Ally para guiarla por la escalera.
Cuando llegaron a lo alto, Vera miró a los padres, preocupada, pero estaban distraídos en la mesa del jardín tomando té, ninguno las estaba observando.
-¡Mira hacia abajo!- dijo señanalando la hierba por uno de los costados donde no había nada-.
Ally se asercó al borde:- ¿qué hay? No veo nada...
-¡Asercate más y la verás! ¡creo que hay un hada!
-¡Un hada! Que bien... pero no la veo.- Ally entornó los ojos y se puso en el borde del suelo de la casita para ver a la hada.
-¡Esto es por saber mi secreto!- dijo Vera, y a continuación empujó a Ally hacia el suelo.
Ally gritó hasta tocar el suelo, donde quedó tirada en una extraña posición, tenía un brazo izquierdo doblado de una forma que parecía imposible, lo mismo que su pierna derecha, y la cabeza doblada asia un lado. Había caído de espaldas, por lo que Vera podía ver cómo habían quedado sus ojos: desorbitados.
Metió su mano en el bolsillo de su jumper y sacó su caja azul.
Su secreto estaba a salvo.
Oyó un grito agudo prosedente de la mesa de los padres, la madre de Ally seguida de los demás estaba corriendo hacia ella. Salían lágrimas de sus ojos, al igual que los del padre de Ally. Sus padres estaban atónitos. Vera se quedó petrificada al oír el dolor en los llantos de los padres de Ally. Su preciada cajita cayó al suelo, justo al lado de Ally. También oyó el ruido de la cerámica al romperse, y los gritos a continuación.
Los padres de Ally y los suyos propios gritaron: ¡ Monstruo!
Su secreto había sido revelado a todo el mundo.
Todos sabían lo que era:
Un Monstruo.

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