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lunes, 19 de marzo de 2012

La Nana


Sola, caminaba tarareando su canción. Era una nana, que se sabía de pequeña, gracias a su abuela, que se la cantaba para que durmiera. Había salido porque necesitaba caminar, respirar aire fresco. Pensar. Bueno, quizá no era la mejor idea que había tenido, saliendo sola una tarde oscura, a caminar por el bosque.
Aquél bosque resultaba tétrico de tarde. El cielo oscurecía, y los árboles se volvían tenebrosos, como si sufrieran una transformación en cuanto el sol llegaba al ocaso. De día, eran alegres y coloridos, por la tarde se transformaban, y de noche, la forma de sus ramas te parecía extraña y amenazadora, como si fueran a atacarte. Phobia pensó que debería haber regresado, debía de haber dado media vuelta y volver, pero se había enojado tanto con su madre, que no quería volverla a ver. No era su culpa que le hubiera arruinado la vida siendo una sorpresa, tampoco que hubiera perdido un trabajo, un esposo, y a sus abuelos. Tampoco lo era que estuvieran solas, y tuvieran que arreglarcelas solas.
Trató de tararear más alto, quería ahogar el ruido de las hojas y ramas al ser pisadas. Ése especie de chasquido que la ponía inquieta. Sobre todo porque no oía nada más, a ésa hora los pájaros dejaban de cantar, y se escondían, en cambio, comenzaban a desesperase los animales nocturnos, como los búhos, que te amenazaban con sus ojos brillantes, y las vueltas de sus cabezas. Incluso los cuervos se escondían a aquellas horas. Pero ella seguía caminando, y caminando.... todo con tal de alejarse de su casa, de sus problemas...
Cada vez tarareaba más alto. Comenzó a oír unos ecos de sus pasos, otro crujido de ramas y hojas. El cuello comenzó a dolerle: le daba miedo mirar, pues sabía que alguien la seguía, pero aún así costaba resistirse. Se giró como los búhos: detrás suyo no había nadie, y en el suelo tan sólo estaban las marcas de sus pasos, ninguna más.
Siguió tarareando su nana, tratando de pensar que habían sido imaginaciones suyas.
Luego de un instante, cuando se había logrado convencer de que se lo había imaginado, una voz distinta comenzó a acompañar a la suya.La segunda, era mucho más aguda y carecía de el sentimiento dulce que transmite una nana, si no que se había vuelto un tarareo inquieto, tenebroso, que ponía aún más inquieta a Phobia. Mirara a dónde mirara, no había nadie, nadie la seguía, salvo el sonido de la nana, acompañando al su tarareo.
Dejó tararear y se hizo silencio.
Salvo por las pisadas, las suyas y las que la seguían.
La voz comenzó a cantar la nana, y Phobia comenzó a correr.
Inquieta y asustada, ya no pensaba ni miraba por donde caminaba. Parecía que todo el bosque se había vuelto siniestro, macabro, y que las ramas de los árboles tiraran de su ropa, ya que se enganchaba a cada paso que daba. El cielo se había vuelto oscuro y la luna brillaba en lo alto. No se oía nada, salvo el silencio, la nana, y las pisadas.
Corría como podía, con el corazón danzando en su pecho. Sus piernas temblaban, y flojas como estaban tropezaban a cada rato. Como no pensaba, ya ni sabía a donde se dirigía.
Corría desperada. Había dejado de mirar el suelo. Y así fue como calló. No vio que el camino terminaba, empinado hacia abajo.
En ése instante se hizo completo silencio.
Sólo se oyó el grito y la nana, cantada por algún fantasma.


Inspirada en la nana de esta pelicula: http://www.youtube.com/watch?v=6u-HqM-6QRs&feature=related

lunes, 12 de marzo de 2012

Una Noche Bajo la Luna

La familia luego de haber ido a tomar un café hizo un autostop en su casa, para pasar a buscar a su perrita, y salir a caminar en un bosque cercano. La luz de la luna era impresionantemente brillante, había una brisa fresca pero agradable, sólo que la temperatura era un poco fría. El camino era poco iluminado, a travez de un bosque, pero a nadie le importaba, todos iban felices, hablando entre sí. Eran tres: una niña, una mujer, y un joven adulto. Cada uno distraído en lo que quería comentar. Los dos hermanos se disputaban por llevar la palabra, mientras que la madre, atenta, trataba de escuchar a todos, y agotada, a ninguno. A su vez, le agradaba estar en compañía de sus dos niños, ya no tan niños, pero ella prefería sentir que aún eran totalmente dependientes de ella,

sábado, 10 de marzo de 2012

El cadáver del pájaro

Todos tenemos la fantasía de que los pájaros van a morir al cielo, o desaparecen, piensan que es un misterio. O por lo menos a mi me habían enseñado así o parecido, me habían dicho que los pájaros cuando estaban cansados de volar y de estar en la tierra, iban a dormir a las nubes. El cuento que les voy a contar ahora puede pareceres tonto, sin sentido, o al contrario, interesante y original. Pero bueno, es su opinión, no la mía, en cuanto a mí se refiere, creo que es algo que vale la pena contar, aunque sea como anécdota, un cuento corto, o lo que quieras llamarlo. Mejor voy a empezar, antes de andar llendo por las ramas:

La niña disfrutaba del paseo. Llevaba el vestido blanco con pequeñas rosas que hace mucho
buscar. Lo necesita, ya que el sol está fuerte, pero
no es tan molesto para ella, que sólo ve la belleza del campo: los vivos colores de las flores, el verde de la hierba, las canciones de los pájaros, el ruido del agua del río, y los ladridos felices de Alma. Claro, también los gritos de su madre llamándola, y diciendo que no se le adelantara tanto. Pero la niña seguía corriendo, saltando y riendo, como si para ella no corriera el tiempo, y lo único que existiera en el mundo fuera aquél bello paisaje de campo, con sus árboles en flor, el río, la hierba, y una montaña lejana, sólo con ellos tres: ella, su madre y Alma, en armonía con los animales y las plantas. quería estrenar, unos zapatitos rojos que anciaba tirar, y un sombrero de paja, con una cinta de tela rosa bebe, en la mano traía un ramo de flores que había juntado en aquél campo: margaritas, siemprevivas de colores, dientes de león, y otras tantas flores silvestres, todas de colores varios. Ella saltaba, reía, corría, al lado de Alma, su pequeña perrita. Su vestido y su cabello ondean con el viento, le sacan el sombrero, y a cada instante camina sobre sus pasos para volverlo a
Iba tarareando una canción, a ritmo con la de los pájaros, el agua corriendo, y los ladridos de Alma. Todo junto parecía una orquesta. En eso dejó de correr y se ariesgó a que su madre la retara: se acostó sobre la hierba, para mirar el cielo. Suspiró y cerró los ojos para disfrutar el sol en su rostro. Su madre dejó pasar que ensuciara el vestido nuevo y se acostó a su lado.
-¡Mirá Catalina! Aquella nube parece Alma.
La niña abrió los ojos y observó las nubes. Eran blancas y regordetas. Desde allí parecían dulces, y suaves, como el algodón de azúcar, una de sus golosinas preferidas.
-Mentira mamá, es más como un elefante.
Su madre entornó los ojos, tratando de distinguir al elefante, sin conseguirlo.
-¿Segura?
-¡Se mueve, mirá! Ahora parece más un gusano.
Madre y niña rieron juntas.
-¿Alguna vez podemos ir a tocar las nubes, mamá? Se ven ricas... Podemos probar con una escalera.
-Es muy alto, se necesitaría una escalera muy, muy alta. Y no abría como sostenerla. Pero podemos imaginar tocarlas, proba como yo, alarga tu brazo lo más que puedas y cerra un ojo.
Ambas lo hicieron, y Catalina rió... ¡estaba tocando las nubes!
-Se sienten suaves mamá, así me las imaginé.- descansó el brazo que se estaba acalambrando, y miró más allá de aquellas nubes blancas y regordetas, a otras enormes y oscuras-¿Ésas son malas mamá?
-Sí, la abuela decía que las oscuras estaban enojadas y tristes, por eso su color, y si estabas bajo ellas te tiraban sus lágrimas en forma de lluvia, para demostrártelo.
-¿Son ricas sus lágrimas?
-Si se acercan las probamos, pero no podríamos quedarnos mucho tiempo, porque nos enfermaríamos, con la lluvia viene el frío.
La niña se acomodó para sentase. En ello vio que Alma traía algo en la boca.
-Mirá, nos trae un regalo.