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sábado, 10 de marzo de 2012

El cadáver del pájaro

Todos tenemos la fantasía de que los pájaros van a morir al cielo, o desaparecen, piensan que es un misterio. O por lo menos a mi me habían enseñado así o parecido, me habían dicho que los pájaros cuando estaban cansados de volar y de estar en la tierra, iban a dormir a las nubes. El cuento que les voy a contar ahora puede pareceres tonto, sin sentido, o al contrario, interesante y original. Pero bueno, es su opinión, no la mía, en cuanto a mí se refiere, creo que es algo que vale la pena contar, aunque sea como anécdota, un cuento corto, o lo que quieras llamarlo. Mejor voy a empezar, antes de andar llendo por las ramas:

La niña disfrutaba del paseo. Llevaba el vestido blanco con pequeñas rosas que hace mucho
buscar. Lo necesita, ya que el sol está fuerte, pero
no es tan molesto para ella, que sólo ve la belleza del campo: los vivos colores de las flores, el verde de la hierba, las canciones de los pájaros, el ruido del agua del río, y los ladridos felices de Alma. Claro, también los gritos de su madre llamándola, y diciendo que no se le adelantara tanto. Pero la niña seguía corriendo, saltando y riendo, como si para ella no corriera el tiempo, y lo único que existiera en el mundo fuera aquél bello paisaje de campo, con sus árboles en flor, el río, la hierba, y una montaña lejana, sólo con ellos tres: ella, su madre y Alma, en armonía con los animales y las plantas. quería estrenar, unos zapatitos rojos que anciaba tirar, y un sombrero de paja, con una cinta de tela rosa bebe, en la mano traía un ramo de flores que había juntado en aquél campo: margaritas, siemprevivas de colores, dientes de león, y otras tantas flores silvestres, todas de colores varios. Ella saltaba, reía, corría, al lado de Alma, su pequeña perrita. Su vestido y su cabello ondean con el viento, le sacan el sombrero, y a cada instante camina sobre sus pasos para volverlo a
Iba tarareando una canción, a ritmo con la de los pájaros, el agua corriendo, y los ladridos de Alma. Todo junto parecía una orquesta. En eso dejó de correr y se ariesgó a que su madre la retara: se acostó sobre la hierba, para mirar el cielo. Suspiró y cerró los ojos para disfrutar el sol en su rostro. Su madre dejó pasar que ensuciara el vestido nuevo y se acostó a su lado.
-¡Mirá Catalina! Aquella nube parece Alma.
La niña abrió los ojos y observó las nubes. Eran blancas y regordetas. Desde allí parecían dulces, y suaves, como el algodón de azúcar, una de sus golosinas preferidas.
-Mentira mamá, es más como un elefante.
Su madre entornó los ojos, tratando de distinguir al elefante, sin conseguirlo.
-¿Segura?
-¡Se mueve, mirá! Ahora parece más un gusano.
Madre y niña rieron juntas.
-¿Alguna vez podemos ir a tocar las nubes, mamá? Se ven ricas... Podemos probar con una escalera.
-Es muy alto, se necesitaría una escalera muy, muy alta. Y no abría como sostenerla. Pero podemos imaginar tocarlas, proba como yo, alarga tu brazo lo más que puedas y cerra un ojo.
Ambas lo hicieron, y Catalina rió... ¡estaba tocando las nubes!
-Se sienten suaves mamá, así me las imaginé.- descansó el brazo que se estaba acalambrando, y miró más allá de aquellas nubes blancas y regordetas, a otras enormes y oscuras-¿Ésas son malas mamá?
-Sí, la abuela decía que las oscuras estaban enojadas y tristes, por eso su color, y si estabas bajo ellas te tiraban sus lágrimas en forma de lluvia, para demostrártelo.
-¿Son ricas sus lágrimas?
-Si se acercan las probamos, pero no podríamos quedarnos mucho tiempo, porque nos enfermaríamos, con la lluvia viene el frío.
La niña se acomodó para sentase. En ello vio que Alma traía algo en la boca.
-Mirá, nos trae un regalo.

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