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domingo, 11 de diciembre de 2011

Otro de Mis Cuentos

Me miré en el espejo. Estaba verdaderamente deslumbrante con mi disfraz de ángel. Las alas de rosado claro y dorado pálido brillaban, al igual que mi vestido, en tonos plateados y dorados. El vestido tenía strapless y era ajustado en la cintura. Remarcaba perfectamente mis curvas. Mi figura se veía bien, se mirase como se mirase. Me acomodé la última orquilla en mi rodete, y dejé que dos mechas de pelo con ondas calleran alrededor de mi cara, tenía el peinado perfecto, con el disfraz perfecto. Lástima que me faltaba el chico perfecto. Que, como no había llegado aún, iba en grupo con mis dos mejores amigas, Brittany y Zoey. Brittany iba como princesa, con un vestido rosa oscuro que hacía juego con su cabello rizado castaño y una diadema de diamantes falsos. Y Zoey iba de vampira, con unos colmillos falsos, un corsé y gabardinas, su pelo rubio platino brillaba en contraste con su atuendo gótico. Siempre había envidiado su pelo, ya que el mío era de un rubio dorado, pero no brillaba como el de ella, que parecía tener vida propia.

-¿Segura que ésas alas no te van a incomodar? – repuso Brittany, por tercera vez- Deberías de haber elegido un disfraz más cómodo. Además deberás quitártelas al subir al coche.

-Lo sé. –dije con los ojos en blanco- Zoey, te falta maquillaje ahí.

Señalé una pequeña parte de su rostro que todavía no estaba cubierta por la base blanca, que le daba un aspecto más vampírico, combinado con sus lentillas de color rojo. Yo era la única de las tres que no llevaba maquillaje, salvo por labial de un rosado pálido.

-Ya lo arreglé. ¿Listas? –sonrió.

-Sí- dijimos yo y Brittany al mismo tiempo.

Íbamos hacia la fiesta del año. Me explico: cada año, Samantha Jennsen dá una fiesta a la que acude la mayoría de la gente del instituto, siempre había mucho alchool, música, y si te invitaba podías pasar a formar parte de su grupo. Ella era la chica más popular de todo el colegio, y la que tenía más poder de todo el alumnado. Todo dependía de cómo te comportabas en aquella fiesta, de si la divertías y si ella decidía que le caías bien. Este año había fijado la fecha para halloween, por lo que todos debían llevar un disfraz.

Brittany estacionó su deportivo frente a la casa de Samantha. Salimos del auto y caminamos hasta la entrada. Miré atónita la casa de Samantha, era una mansión prácticamente, de dos pisos, estaba toda iluminada y desde fuera se oía la música al máximo volumen. Tenía grandes columnas blancas en la entrada, una gran puerta y un balcón arriba de ésta, estaba pintada de color marrón oscuro y los marcos de las lujosas ventanas eran blancos. Era la primera vez que me invitaban a una de aquellas fiestas, por lo que jamás había visto aquella casa. E iba a comentárselo a Samantha en cuanto nos abrió la puerta pero me quedé muda al ver el disfraz que llevaba.

Era un disfraz de ángel.

Me lanzó una mirada de odio al tiempo que inspeccionaba mi disfraz. Y se tranquilizó al sacar la conclusión de que el suyo era tres veces mejor que el mío. Sus alas a diferencia de las mías, eran blancas, y no brillaban con tonos dorados, si no plateados. Eran más grandes que las mías, pero las mías tenían más detalladas las plumas, mientras que las de ella se notaba que eran falsas. Su vestido, era plateado, con dos tirantes finos con piedritas, y caía hasta el suelo. Además, tenía un halo plateado en la cabeza, cosa que me había olvidado de agregarle a mi disfraz, y tenía demasiado maquillaje. Aunque llevaba su pelo pelirrojo suelto y unos pendientes plateados en forma de pluma le adornaban la cara.

Elogió los disfrazes de Brittany y Zoey cuando pasaron por la puerta. Pero en cuanto yo lo hice, golpeó su hombro contra el mío, dejando claro que hasta ahora se había llevado una mala impresión de mí. Cerró la puerta y se volvió hacia nosotras tres.

-Bienvenidas-dijo con una sonrisa- Por allí hay mesas con aperitivos y ponche. Les advierto que está prohibido subir a las habitaciones de arriba. Diviértanse .

Volvió junto con su grupo. Observé el gran salón de entrada. Estaba atestado de gente, al fondo del salón había una gran escalera, con escalones de mármol blanco, que hacían que pudieras ver tu propio reflejo. Pegadas a las paredes, había mesas repretas de diferentes bebidas, y distintas comidas. Sólo había una puerta abierta, que daba paso a un living, en donde un televisor pantalla plana reposaba en una pared. De allí provenía la música, de un flamante estereo de última tecnología. Unos chicos jugaban a la WII sentados en un gran sillón de cuero blanco, decorado con almoahodones de razo rojo.

Todos reían y hablaban sumando sus voces al ruido. Exepto el chico nuevo. Lo miré, estaba apoyado contra la pared del living, iba vestido con un suéter negro, jeans negros y unas Converse negras, sin ningún disfraz. Lo recordaba de mis clases de Historia, Química y Literatura, había llegado al colegio hacia unos meses atrás. Tenía un cabello castaño y unos ojos verdes que penetraban en tu mirada. En cuanto se percató de que lo miraba, me clavó sus ojos y me miró de arriba a abajo. Sonrió de forma burlona en cuanto vió de que iba disfrazada, y se acercó junto a mí.

-Hola- saludé, con una sonrisa. Ya me imaginaba porque Samantha lo había invitado a pesar de ser nuevo, si hay algo por lo que se la conocía a Samantha era que todos los chicos guapos o habían salido con ella, o deseaban hacerlo.- soy Anne.

-Joel. -su voz era suave, melodiosa, como la de un cantante- tu disfraz es más bonito que el de Samantha. Es más... realista.

Me sonrió con ironía, como si entre sus palabras se ocultara algo más que yo no podía comprender.

-Gracias-repuse-te diría lo mismo, pero...

Él rió.


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